Cuando cursaba 5º de EGB teníamos en clase una estantería con la colección Austral Juvenil de Espasa-Calpe para que en la hora de tutoría, todo aquel que hubiera terminado los deberes y se los hubiera enseñado al profesor para la comprobación de rigor, pudiera coger un libro y leerlo hasta que fuera la hora de irse a casa. Como no podía ser de otra forma, había uno de ellos que era el premio estrella, aquél que todos ansiábamos conseguir y que se convertía en el principal acicate para terminar primero. Era tanto su poder de atracción que no era nada extraño que un pequeño corro de chavales hipnotizados terminara rodeando al afortunado que se había hecho con él. Éste se convertía en una suerte de cuentacuentos que se veía obligado a leer en voz alta el texto al que ya no alcanzaba la vista de los curiosos congregados alrededor. El libro no era otro que Aventuras de «La mano negra» de Hans Jürgen Press.
Lo que convertía aquel libro en algo tan especial era su condición de libro-juego, para muchos de nosotros el primero que conoceríamos antes de que llegaran colecciones como «Elige tu propia aventura». Pero ahora estoy convencido de que su poder de convocatoria iba más allá, pues superada la novedad, con el paso de los días nos hubiera dejado de interesar y no lo hizo, no hasta que no hubimos terminado hasta la última de sus páginas.
El libro está estructurado en cuatro cuentos, cuatro relatos que narran otros tantos casos o aventuras de la pandilla protagonista, La mano negra, compuesta según descripción del propio libro por: «Félix, el jefe, con su trompeta; Adela, la astuta muchacha; Rollo, con su jersei de rayas; Kiki c.a. y su asidua acompañante, la ardilla («c.a.» significa «con ardilla»)».
La obra alterna una página de texto con una ocupada por un dibujo. Al final de la primera se plantea un enigma que el lector debe resolver observando la ilustración. Al principio de la página de texto siguiente se desvela el mismo y se continúa con la trama detectivesca. En las intrucciones iniciales se anima al lector a apuntar su número de aciertos para que con la clave que hay al final del libro pueda evaluar si es un buen detective.
Supongo que para toda cosa hay un momento adecuado. Mis compañeros y yo tuvimos la suerte de que Aventuras de «La mano negra» cayera en nuestras manos en el lugar y momento precisos, aquellos en los que más lo pudimos disfrutar; en una edad en la que jugar a los detectives era un placer insuperable y en la que nuestros ojos asombrados, todavía vírgenes a efectos digitales y espectaculares videojuegos 3D, buscaban pistas por todos los rincones de las atiborradas ilustraciones del autor con la ilusión de ser los primeros en desvelar la pista que escondían. Os dejo el primer enigma que plantea el libro por si os apetece desempolvar vuestras dotes holmesianas. No penséis que todos son tan fáciles. 😀
¿Qué demostraba que había alguien en la casa misteriosa?