Perderse, y mucho, por su intrincada estructura de canales y callejones.
Ver la vida sobre las aguas.
Doblegarse ante el poder de cuando fue la Serenisima Repubblica di Venecia.
Ver una laurea en la Piazza San Marco y escuchar como les cantan aquello de «Dottore, dottore. Dottore del buco del cul. Vaffancul! Vaffancul!»
Encontrarte con una manifestación contra la privatización del casino.
Admirar el arte del soplado de cristal en Murano.
Ver casitas de colores en Burano.
Comer gelati.
Ir al mercado
… y confirmar que siempre hay alguien que cree tenerla más larga.
Hacer amigos de cuatro patas.
Ponerte fino, fino.