El principal motivo por el cual el siguiente video de Amnistía internacional lleva ocho meses sin emitirse en los canales de televisión de nuestro país bajo pena de multas de hasta 300.000 euros es porque en palabras del gobierno: «(…) la denuncia de los derechos humanos, para tener finalidad pública, debe carecer de «controversia»». Vaya, que si hay que hacer un spot televisivo para defender a mujeres maltratadas, a niños explotados, a periodistas silenciados; a presos torturados, a mujeres lapidadas, a niños prostituidos; a presos sentenciados a muerte, a mujeres ablacionadas, a intelectuales encarcelados y, en definitiva, a los millares de casos en los que a diario se vulneran los más elementales derechos humanos a lo largo y ancho de este puñetero planeta, pues se hace con imágenes que den mucha pena a cuantos formamos parte de la sociedad del bienestar, algo rollo telemaratón navideña, pero se hace con elegancia, sin molestar a nadie, y mucho menos al gobernante de ningun país.
Otro argumento que esgrime el gobierno español para prohibir su emisión es que el spot debe ser considerado como publicidad política. Vaya, que como hoy en día lo que nuestros partidos entienden por hacer política es echar mierda sobre el vecino, cualquier crítica a un gobernante ya debe ser entendido como elogio del de signo contrario. Es decir, que criticar aquellos gobiernos que vulneran los derechos humanos de forma más flagrante, implica hacer apología de la oposición a los mismos. Y uno que pensaba que la Declaración Universal de los Derecho Humanos estaba por encima de ideologías políticas.
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