Antes de encarar esta reseña creo que cabe hacer una aclaración, la misma que hice al afrontar la saga de La Tierra del Dragón. No soy aficionado a la fantasía épica. Por lo tanto, elementos que un aficionado al género valorará y seguramente buscará en un libro de estas caracterísitcas a mi me dejan frío. Otro planteamiento que creo necesario mencionar es que dadas las particularidades de una saga, considero que no debería reseñarse ésta hasta que estuviera concluida o al menos se dispusiera de más de una parte de la misma para establecer alguna comparación. No tiene mucho sentido pararse a analizar tramas y evolución de personajes cuando sólo se tiene acceso a una pequeña parte de los mismos. Considero, por tanto, que reseñar el primer volumen de una saga épica tiene tanto sentido como analizar un libro a partir de uno de sus capítulos. Quizá sea debido al peregrino origen de este tipo de estructuración, una obra que se partió en tres por simples necesidades editoriales. Aclarado esto centrémonos en la que nos ocupa.
El arranque resulta trepidante. A lo largo de las primeras 140 páginas conocemos la historia de Delin, aparece el grupo de aventureros y asistimos a las conspiraciones que se cuecen en el gremio de los ladrones de Feylan; se nos desvela la historia de la ciudad y del ducado, sin olvidar algunos atisbos de una trama que afecta al continente entero. Como no podía ser de otra forma todo termina con un combate frente a un poderoso enemigo.
En estos primeros compases de la historia ya se aprecian distintos rasgos de la personalidad que el autor le quiere conferir a la obra. Hay una evidente intención de seguir los preceptos del género, pero de hacerlo a su manera, con vocación de ofrecer algo distinto aunque sea más a nivel formal que de contenido. Valgan como ejemplo los textos metaliterarios que sirven de introducción a distintos capítulos o el afán por eludir una narración lineal mediante un estilo fragmentario con abundantes saltos temporales. Estos pueden resultar algo desconcertantes al principio, pero a medida que el lector se acostumbra a ellos son de agradecer pues ayudan a que la trama avance sin titubeos.
El ritmo que el autor imprime a este primer tramo tiene un daño colateral. El grupo de mercenarios que junto a Delin coparán los roles protagonistas queda desdibujado. Nos son presentados en grupo y sólo cuando empiece el siguiente tramo de la historia, centrado en la subtrama de Codan-Gulath, iremos conociendo más detalles sobre su personalidad y pasado. Sin embargo nunca llegan, a lo largo de este primer volumen, a escapar del arquetipo al que representan. La complejidad de los acontecimientos y el número de personajes se va incrementando con rapidez con lo que ya arrastrados por la acción, parece difícil hacer un alto para detallar lo que no se ha hecho en los primeros compases. Algo que sí sucede en el caso de Delin, cuya historia nos es contada al principio con detenimiento, produciendo el deseado efecto empático en el lector; curiosamente a medida que pasan las páginas su protagonismo absoluto va quedando relegado a un segundo término. Considero que el personaje mejor construido de la obra en cuanto a historia y motivaciones es Gülfstend. Lejos del villano que busca el mal por el mal, su triste historia y la traición sufrida le convierten en un ser complejo con motivos reales para actuar como actua. A mi juicio resulta mucho más sólido que Codan-Gulath, cuyo histrionismo le da un aire al LeChuck de Monkey Island.
A partir del capítulo once las tramas se diversifican y los personajes emprenden un viaje que terminará por separarles para acometer distintas misiones que les reclaman a lo largo y ancho de Drashur. Un mundo vivo, con una historia que respalda su configuración actual, una economía y política que marca su presente y una geografía que atiende a las peculiaridades de sus pobladores y distintas culturas. En definitiva, un mundo contruido con esmero que no decepcionará a los aficionados al género. Tampoco a aquellos que busquen aventura, periplos llenos de peligros, combates, enemigos poderosos o magia. Una magia estructurada mediante un sistema de runas que a un servidor, poco ducho en el tema, le ha parecido muy novedoso.
El teclado de David Prieto se pone al servicio de todos ellos sin florituras, con un lenguaje variado que se adapta perfectamente a cada situación, pero consciente de cuál es su papel.
Para terminar, desvelaré un secreto a todos aquellos a quienes todavía les queden dudas… no hace falta esperar al siguiente volumen para descubrir qué contienen las urnas.
Ficha del libro: Urnas de Jade.
Web del autor: Crónicas de Drashur.
pues para no ser lector habitual de fantasía, a mi me parece que has dado en el clavo.
Gracias por la crítica. Y en el segundo creo que pulo lo que fallaba en éste.
Eso espero.
Un saludo
David Prieto
Viniendo de tan buen conocedor de la obra de David eso es todo un cumplido, Alex.
Nada, nada, David. Lo prometido es deuda.
Es lo que tienen las sagas, a medida que el autor le pilla el tranquillo a sus propias creaciones el engranaje se ajusta cada vez mejor. Espero que esa segunda parte llegue pronto porque con la memoria que gasto…
Estamos trabajando en ello.
Primer trimestre del 2009, si la crisis no sigue machacando.
Y empieza con un resumen del primero, para los desmemoriados.
Excelente idea. Vaya que sí.
Fantástica crítica…
Moltes gràcies!
Pues sí, buena crítica. Me dan ganas de leerlo… y eso que lo tengo pendiente desde hace casi un año… a la espera de que al menos salga el segundo…
A ver si le doy un empujoncito y lo cuelo en lo alto de la pila… 🙂
Eloi
Dale ese empujoncito ahora que nadie te ve. 😉
Y para críticas con fundamento las del calamar gigante: Biblioteca del Kraken