Sapere aude

Algún energúmeno, pocas dudas tengo sobre el sexo del culpable, descolgó ayer tarde la cisterna del baño de la biblioteca —al parecer el modus operandi fue colgarse de ella a lo Donkey Kong—, de tal forma que se desprendió de la cañería inferior y quedó ladeada, sólo sujeta por un tornillo a la pared, con lo que el agua que iba entrando por un extremo se derramaba por el otro en plan fuente vistosa. El asunto estuvo chorreando un buen rato, pero quienes estaban estudiando en las mesas cercanas no debieron preocuparse en exceso por el incipiente manantial que asomaba a la sala por debajo de la puerta, pues nadie movió un dedo hasta que una estudiante china vino al mostrador de préstamo a avisar del incidente. Cerramos la llave del agua, logramos devolver la cisterna a su posición original y llamamos a mantenimiento para que vinieran a asegurarla.
  Mientras el manitas se afanaba en una cura de urgencia, un becario y un servidor intentábamos, fregona en mano, achicar el dedo de agua que se había aposentado en el suelo de la estancia; no faltaron risitas de fondo como banda sonora de nuestros chapoteos. Frega que fregarás, mientras el chaval manipulaba la cisterna y nos comentaba la jugada, desde la sala alguien nos chistó reclamando silencio, sí, con toda probabilidad alguno de los estudiantes que minutos atrás escuchaban caer el agua con total estoicismo; evidentemente lo ignoramos, alzando incluso el tono de voz por aquello de joder. En estas que asoma la cabecita de una chica por la puerta y pregunta: ¿puedo utilizar el baño?
  Se habla mucho del Plan de Bolonia y de cómo va a truncar el sistema universitario actual. Nada más lejos de mi intención que defenderlo, sin embargo, convendréis conmigo en que para que algo se estropee es condición sine qua non que previamente funcionara.

3 comentarios en “Sapere aude

  1. J.E. Álamo

    Cada vez veo más «agresiones» de ese estilo, el destrozar por destrozar. El joder por joder, vamos. Y me asusta, porque puedo entender al tipo que me revienta el cristal del coche para robarme la radio, pero el que me raya todo el lateral o dobla la antena o rompe el espejo… Amplíalo al que rompe los buzones de la comunidad, aplica un mechero a los interruptores del ascensor, quema una papelera… ¿Qué sacan de todo ello? ¿Reirse? Pues eso, que me asustan.
    8)

  2. Enric

    Totalmente de acuerdo con ambos. Un acto así siempre resulta bastante inquietante, la sinrazón del destrozar por destrozar, y dice muy poco en favor de las neuronas de su ejecutor. Si bien es cierto que el autor del desaguisado bien podría ser alguien ajeno a la Universidad, la reacción del personal ante todo lo que vino después todavía me parece más grave que el destrozo en sí, y demuestra muy poco sentido común y nula capacidad de reacción o toma de decisiones. Vaya, que yo no metía a ninguno de esos en mi empresa, de tenerla, ni harto de vino.

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