«Margarita, está linda la mar, y el viento lleva esencia sutil de azahar…», dice el narrador, contemplando impasible como la niña agita los brazos incapaz de mantenerse a flote. «Yo siento en el alma una alondra cantar tu acento. Margarita, te voy a contar un cuento…», lees, sintiendo como el agua salada inunda tus pulmones.
¡Odo! ¡qué mal cuerpo me has dejao, canalla! 😉 8)
Pues sí. Necesito un tequila después de leer el cuento. Eso es buena señal.
Todo el mérito es de Rubén Darío. 😉
Pues a mí me mola más la otra voz del cuento.
por un momento me ha parecido verlo, y me he sentido fatal.
enhorabuena
¿Cuántos tequilas llevas, JM? 😉
Me alegra que te haya disgustado, David.