La cosa no tendría mayor trascendencia sino fuera porque ambas perlas pertenecen al trabajo de un autor al que se le presume cierta labor de documentación. Sobretodo si se tiene en cuenta que el argumento de la novela en cuestión gira en torno a la búsqueda de Jesús de Nazaret, y que contiene mucha mística oriental y filosofía que se suponen serias. Pero si en cosas tan básicas el autor no da la talla, ¿qué se puede esperar de sus reflexiones filosóficas?.
La obra ganó el Premio Planeta en 1992, su título es La prueba del laberinto y su autor, absoluto merecedor junto a quienes le otorgaron ese premio del epíteto que da título a esta entrada, no es otro que Fernando Sánchez Dragó.
La obra ganó el Premio Planeta en 1992, su título es La prueba del laberinto y su autor, absoluto merecedor junto a quienes le otorgaron ese premio del epíteto que da título a esta entrada, no es otro que Fernando Sánchez Dragó.
Menudo impresentable.
Lo mismo no lo escribió él y el borrico es un pobre «negro» 8)
En tal caso habría que añadir al susodicho negro a la lista borriquil, sin tachar de la misma al jurado y al galardonado. Con el agravante para el segundo de falta de supervisión anarosaquintanil.