Perderse, y mucho, por su intrincada estructura de canales y callejones.
Ver la vida sobre las aguas.
Doblegarse ante el poder de cuando fue la Serenisima Repubblica di Venecia.
Ver una laurea en la Piazza San Marco y escuchar como les cantan aquello de «Dottore, dottore. Dottore del buco del cul. Vaffancul! Vaffancul!»
Encontrarte con una manifestación contra la privatización del casino.
Admirar el arte del soplado de cristal en Murano.
Ver casitas de colores en Burano.
Comer gelati.
Ir al mercado
… y confirmar que siempre hay alguien que cree tenerla más larga.
Hacer amigos de cuatro patas.
Ponerte fino, fino.
Pues yo quiero perderme por allí antes de morirme. Qué belleza de fotos!
¡Muchas gracias, Verónica! La cámara ya tiene sus años y a menudo es difícil ver lo que uno está fotografiando en la pantalla; al pasarlas al ordenador es casi como cuando revelábamos los carretes.
Un lugar precioso para perderse en vida, aunque termines muerto de tanto patear. 😉