Perderse por los hutong.
Contar hasta diez en el Templo de la Armonía Suprema.
Anhelar la llegada del verano.
Patear la gran muralla
…nevada.
Subir al cielo.
Pasar revista a tus tropas.
Ver como la noche se llena de agua, luz y música.
Ver melocotoneros en flor.
Sentirse diminuto entre cimas calcáreas.
Viajar al pasado más tradicional.
Navegar el lago del Oeste.
Mostrar respeto ante los que despertaron.
Recorrer jardines de acudalados comerciantes.
Ver una pagoda inclinada.
Pasear junto al canal.
Comprar en el bazar.
Ver la noche llenarse de oro.
Contemplar el espejo en el que se mira todo el país.
Ponerte fino, fino.
Veig que tot ha anat perfecte per la Xina! Quina enveja 😉
Vives mejor que quieres, campeón 😀
Que bello recorrido! como para resucitar a cualquiera.
Gracias por compartirlo.
¡Qué viaje, bandido! Te has empapado a fondo. Seguro que tienes más fotos para mostrar. 8)
Tot de conya, Eugeni. Un viatge molt recomanable.
Se hace lo que se puede, Claudio. 😀
Cierto, Verónica. En un país así uno no se cansa de ver cosas y patear, ni el dolor de piernas se nota.
Casi mil, Joe. Pero ni siquiera una mente tan perversa como la mía os quiere tanto mal.
Me alegro que todo fuera tan bien, y es que viajes de este tipo son los que uno sueña toda la vida en hacer.
Gràcies, Jordi! A ver si todo sale bien y este verano puedes escaparte para allá.
Pues se te ve muy vivo para estar muerto…
Vaya envidia 🙂
Los baozi y los boles de fideos con curry, STB, que conservan la mar de bien. 😉
Que chulo. Si hubiérais tenido espacio en el maletero, nos hubiéramos ido con vosotros. Que viaje más enorme!!!
Precioso, de verdad, David, es como viajar a otro mundo. Si tenéis ocasión Yolanda y tú, hacedlo sin reservas.