Siempre hay escritos a los que uno les tiene especial aprecio. Sin duda alguna, este es uno de ellos. Por un lado recupera un micorelato corto que escribí hace ya muchos años inspirado por las primeras frases del «Everyday is like sunday» de Morrissey. Nació al poco de tener el carnet de conducir y mi primer coche, un Seat Ibiza negro, con el que escapé a Rajadell a pasar unos días escribiendo. Olvidaos de portátiles, por aquel entonces yo tenía un Amiga 500, ligero por el lado de la torre, —no tenía—, pesadísimo por el lado del monitor, —a lo televisión de 15 pulgadas. Utilizaba un procesador de texto llamado Appetizer, graciosísimo pues reproducía el sonido del repiqueteo sobre el papel de una máquina de escribir y el «cling» de final de línea. A falta de disco duro grababa los archivos en disquetes de 3,5 lo cuales tenían cierta tendencia a joderse y a llevarse por delante todo su contenido. El microrelato que os contaba corrió esta suerte. Lo reescribí, pero fui incapaz de que quedara igual, de que expresara lo mismo en poquísimas líneas. De hecho, lo terminé alargando hasta la página o página y media, añadiendo una trama. El original, el que perdí, es el espíritu del que intenté recuperar en un fragmento de este relato.
El otro elemento que hace especial este escrito es el momento en el que lo perpetré. Fue al poco de dejar mi trabajo como webmaster y lanzarme a cubrir una sustitución en la antigua biblioteca de Letras de la Universidad de Tarragona. La misma en la que algunos años antes había estudiado filología inglesa. El viejo edifico me ofrecía cobijo por última vez, antes de que nos desplazáramos al emplazamiento que ya ocupamos en la actualidad, en un nuevo campus. Creo que el tono crepuscular del escrito refleja bastante bien aquel momento. Un tiempo de cierta incertidumbre, en el que ilusión y nostalgia se mezclaban de forma extraña; una época de cambios que recuerdo con especial cariño, pues a la larga no han podido ser más positivos.
Batallitas a parte, el texto ha sido ilustrado para la ocasión por Juan Antonio Fernández Madrigal, artesano de las letras y los trazos, con acierto y arte incuestionables.
Leer «Especie en extinción» en Bem on Line. (El portal da problemas con la altura de las capas en Explorer 8, para su correcta visualización os recomiendo Firefox o similar).
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Fruto prohibido
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Llevaba un buen rato mirándola con deseo. Su presencia le atrapaba y cuanto más pretendía ignorarla más le obsesionaba. La dulzura de su forma redondeada, la tersa piel perlada por gotas de rocío y el sensual color de la carne cuyo aroma y sabor debía conformarse con imaginar. La saliva le llenaba la boca tan solo hacerlo y el estómago protestaba furioso. Si Yahvé le había prohibido probarla, ¿para qué la había puesto a su alcance?
Eva despertó gritando al sentir el bocado en su nalga derecha. Aunque las escrituras se afanen en silenciarlo, el pecado original fue la antropofagia.
Suspiro
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Los contempló con atención. Aunque le resultaban familiares necesitó varios minutos para reconocer en aquella pareja de frágiles ancianos los recién casados que se besaron a sus pies, llenos de sueños y proyectos por cumplir, tiempo atrás. Un suspiro para él, encaramado al pedestal en su eterna desnudez. Toda una vida para ellos.