Era uno de esos escritores a lo Salinger. Uno de esos que le tiene pánico a ser reconocido por la calle y a que cualquier extraño se crea con el derecho de abordarlo con la excusa más peregrina. Por nada del mundo quería que su rostro apareciera en la solapa de su nuevo libro, cosa que hubiera obligado a modificar el diseño de portada de la colección. Por fortuna para su editor, también era uno de esos escritores a lo Baudelarie.
—Pondremos una foto del año pasado. Nadie te reconocerá con los dientes sanos y carne en las mejillas.
¡Qué bueno! Una invitación a llevar la imaginación un paso más allá. Me ha gustado. 8)
La drogas, que son muy malas. 😀
Me alegra que te haya gustado, Joe.
Ese escritor haría mejor haciendo pública su muerte. Eso le garantizaría el éxito.
Como cuando se murió Umbral, que todas las librerías estaban con los palés de sus libros preparados y no veían la hora de que muriera para meterlos todos en los estantes. Por cierto, ¿alguien leyó alguna vez un libro de Umbral?
La única persona que conozco que lo ha leído es mi madre. Y la verdad es que habla maravillas de su prosa.