Regresar al medievo.
Regresar a la época de los grandes descubridores.
Codearte con la realeza.
Y visitar sus caprichos.
Pisar el punto más occidental de la Europa continental.
Pasear en tranvía.
Pasear bajo el mar.
Adquirir visión térmica.
Meterte en la boca del infierno.
Contemplar a Turner.
Bajar al pozo inciático.
Tomar un café con Pessoa.
Escuchar O fado.
Ponerte fino, fino.
Que buenas las fotos Enric. Y que bien que te la has pasado!
Me gusta mucho la del Tranvía.
Un abrazo!
Anda que no te lo pasas bien. Luego me dices a mí.
Lo he gozado cosa bárbara, Verónica. Las fotos, pues se hace lo que se puede. Definitivamente nuestra Olympus no está a la altura cuando se trata de interiores con poca luz, es decir, cualquier museo o catedral en los que no dejen utilizar flash, y a veces ni con flash. El resto lo saca la mar de bien. La del tranvía, para estar tirada en movimiento hacia otro objeto en movimiento la verdad es que quedó bastante apañada.
Claudio, lo tuyo es que es un no parar, bribón.
Qué vergüenza. Y nosotros aquí currando 😉
Ya ves, JM, si es que el país está fatal. 😉
No me discriminéis: lunes, agosto y… ¿currando? Si es que somos unos pupas…
Se te ve estresao, bribón. ¡Qué ganas tengo de abrirme!
Por cierto, por si no lo sabes, nos vamos a Roma. Je,je,je. 8)
Nada Claudio, no te preocupes. Lo malo de las vacaciones es que siempre se quedan cortas. Lo bueno es que tarde o temprano siempre vuelven. Y qué narices, tal y como está el patio, tener ganas de que lleguen es señal de que se tiene curro, y eso ya es mucho.
Hombre Joe, tú si que sabes. Por cierto, David Mateo ha dejado en su blog una entrada la mar de interesante sobre la ciudad eterna.
Tio, que bien viven algunos. Bonitas fotos. Pero lo mas importante, ¿¿compraste toallas?? XD
Cuidate compañero, a ver si cuando pase el veranito nos vemos.
Pues no, la verdad es que no conocía esa costumbre de las toallas, aunque la intuyo algo viejuna, del estilo ir a comprar queso a Andorra. 😀
Un abrazo. Sigue bien por Sinera.
Hola,
me encanta lisboa, me encanta, me encanta, me encanta. Y qué envidia ver estas fotos! Yo también tengo la de Pessoa. Y qué sitio más caro és A brasileira. Y los tranvías, e o Teijo, ay! Y el pescado! En Cascais, comí en un restaurante dónde comí el mejor pescado de mi vida…
Hola Maria.
Lisboa se te mete bajo la piel y aunque regreses a casa sigue estando ahí. Te descubres pensando en sus cuestas, en su tranvía, en su gente, en su luz, en el momento menos pensado, casi sin darte cuenta. La saudade, ese sentimiento intraducible, ya forma parte de tu alma y sólo te abandonará el día en que vuelvas a recorrer sus calles.
Me alegra mucho que las fotos te hayan evocado buenos recuerdos.