Este minirelato pertenece a una serie de píldoras que ya hace bastante tiempo, sólo hace falta fijarse en las referencias musicales, empecé a perpetrar bajo el descriptivo título de «Trash». Su idiosincrasia se podría resumir en humor nada sutil, poca fe en la naturaleza humana y una dosis generosa de mal gusto, o como un buen amigo tuvo a bien sentenciar: «esto más que literatura son pajas mentales, Enric.»
En la discoteca no cabía una aguja, hacia un calor insufrible y ella ya estaba hasta las narices de dar tres pasitos palante y tres patrás al unísono con toda aquella panda de borregos así que se acercó al bar a beber un cubata.
El barman estaba la mar de bien y le hizo proposiciones para cuando cerraran, ella, una chica liberal a quien como todo hijo de cristiano le gustaba follar con buen ganado le dijo que estaría encantada de intercambiar flujos con él, pero que la pillaba en mal día porque en el trabajo se le había roto una uña. Él, que era un tipo muy considerado, le dijo que lo comprendía y que no pasaba nada.
El fin de semana siguiente la discoteca volvía a estar hasta los topes y cuando la chica liberal se hubo cansado de bailar cachito con cachito y ombligo con ombligo con toda una convención de rusos que aprovechaban la mínima oportunidad para pellizcarle el trasero se acercó a la barra a pedir un cubata.
El barman no era el mismo que la semana anterior, pero siguiendo el patrón de la casa estaba la mar de bueno y encima le sirvió el cubata gratis. Como el otro, le preguntó si hacía algo para la hora en que cerraban y ella le dijo que no. La siguiente pregunta fue más explícita y ella se sintió muy halagada. Si el resto del cuerpo de aquel morenazo iba en consonancia con los bíceps que lucía aquel podía ser el polvo de su vida. Se moría de ganas pero le dijo que no podía ser, que aquel día no estaba en vena porque había recibido la triste noticía de la disolución de los Take that y que aquello le impedía estar a la altura que las circunstancias exigían. El tipo, un chico listo, mintió diciéndole que aquél era también su grupo favorito y que si le había hecho proposiciones era para olvidar el mal trago, que no creyese ella que era un fresco de aquellos que se lían con toda chica mona que encuentran. La chica que no era tonta del todo pilló la treta al vuelo y se sintió muy dolida porque el guaperas intentara aprovechar tan triste suceso en beneficio de su entrepierna, así que se largó aguantando la lágrima.
La semana siguiente había menos gente que de costumbre, la discoteca estaba dejando de ser el local de moda y el ambiente estaba más despejado. Tras dejarse la piel en la pista al ritmo de una cancioncilla escocesa sobre una tal McArena se dirigió al bar para refrescarse un poco con un cubata.
Tras la barra había una moza de esas que no tienen desperdicio. La melena rubia le llegaba hasta el trasero, su piel era morena, una sola de sus tetas era mayor que las suyas juntas y el vestido rojo ceñido prometía un vientre liso y duro. Tras servirle el cubata le hizo proposiciones para cuando librara. La chica liberal, hetero como ella sola, malditas las ganas que tenía de liarse con la fulana, pero como había tenido un día redondo, sin nada que justificase actitud tan retrógada, le dijo que no tendría incoveniente en ir con ella a su piso para una vez allí hacer y dejarse hacer lo que la ocasión requería.