Uno de los principales handicap que se suele reprochar al cine comercial actual es su infantilización tanto en argumentos como en temáticas; pero esta falta de madurez es extensible al resto de productos culturales, sea televisión, literatura e incluso a nivel musical. Por otro lado cada vez resulta más difícil encontrar productos de calidad dirigidos a niños, con lo que estos y los que consumen los adolescentes, poco adecuados para los primeros en la mayoría de los casos, se confunden. No es extraño encontrar a adultos de treinta y tantos actuando todavía como cuando ocupaban un pupitre en el colegio, o sorprenderse ante la precocidad mal entendida de ciertas reacciones infantiles. ¿Nos dirigimos a una sociedad de adultos inmaduros y pequeños tiranos? ¿Asistimos a una globalización cultural que en lugar de atender las necesidades de cada edad nos trata a todos como a tontos?
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